viernes, 28 de junio de 2013

EL EGOISMO

El egoísmo moral, o egoísmo ético, es una doctrina ético filosófica que afirma que las personas deben tener la normativa ética de obrar para su propio interés, y que tal es la única forma moral de obrar, sin embargo permite realizar acciones que ayuden a otros, pero con la finalidad que el ayudar nos dé un beneficio propio tomándolo como un medio para lograr algo provechoso. Afirma que la validez de una teoría o praxis se encuentra en su aportación directa a la edificación positiva y responsable del yo o desarrollo personal.
El egoísta moral se basa en la afirmación de sí mismo; que lo convierte en su propio soberano al volverlo consciente de su realidad moral y personal. La realidad es la de su propia existencia y su vivir en una realidad determinada. Está vinculado a la dimensión moral de formas de subjetivismo o solipsismo radical.
Tres diferentes formulaciones del egoísmo ético o moral se han identificado:
  • Individuales. Un egoísta ético individual celebraría que todas las personas deben hacer lo que les beneficia.
  • Personales. Un egoísta ético personal afirma que él debe actuar según su propio interés, pero no hace aseveraciones acerca de lo que los demás deberían hacer.
  • Universales. Un egoísta ético universal argumenta que todo el mundo debe actuar de una manera que sea en su propio interés.
Una filosofía que sostenga que se debe ser honesto, justo y benévolo, porque esas virtudes le sirven al beneficio propio es filosofía egoísta; sostener que esas virtudes deberían practicarse por razones que no sean de interés propio no es filosofía egoísta.

LA IMPUTABILIDAD


Se entiende por imputabilidad
el conjunto de condiciones determinadas por lamadurez psíquica y la salud mental de un sujeto, condiciones que le permiten a esterepresentarse su deber jurídico y obrar conforme a dicha representación.
No se trata propiamente de un elemento del delito independiente, sino más bien unpresupuesto de otro: la culpabilidad. En efecto, si la culpabilidad es un juicio de reproche quepuede realizarse respecto de un individuo que, pudiendo comportarse conforme a Derecho nolo hizo, es preciso que, previamente, reúna las características suficientes para comprendercuales son sus deberes y poder actuar en conformidad a ellos. Formular un juicio de reprocherespecto de individuos que no reúnan tales características es una impropiedad; nadie puederealizar aquello que le es imposible.Por otra parte, hay que tener en consideración que el término imputación significaatribuir algo a alguien, es decir, es un concepto que en un sentido jurídico consiste en hacercargo a un individuo de un acto cometido por él, pero para hacerle responder de lasconsecuencias jurídicas que dicho acto trae consigo. Volviendo al concepto de imputabilidad entregado, podemos observar que su exigencia esdoble y copulativa:1.
 
 Valoración de los deberes.2.
 
Determinación de la conducta con arreglo a esos deberes.Un sujeto puede ser sano mentalmente o tener madurez mental para conocer orepresentarse sus deberes; pero no puede determinarse por esas normas. Es la situación quepresentan los menores de edad. Esa es la razón de su inimputabilidad

HUMILLACIÓN Y CULPA

HUMILLACIÓN
Muchas personas recurren al uso de la humillación o el desprecio en sus relaciones, ya sea con sus parejas, hijos u otros miembros de la familia. Lo peor de todo es que no siempre son conscientes de que lo están haciendo y el uso de estos gestos de desprecio parece que va en aumento en nuestra sociedad en la educación de los hijos.
Hay muchas formas de hacer que una persona se sienta despreciada, humillada y avergonzada. Algunas son muy claras, como insultar a alguien, decirle que no vale para nada, que no sabe hacer nada bien o que es un fracasado. Otras, en cambio, son mucho más sutiles. Si le dices a un niño una frase aparentemente tan inocente como "deja de hacer ruido", no parece haber problema alguno, pero si esa frase va acompañada de un gesto de asco y desprecio, que el niño o niña percibe perfectamente, entonces tal vez te encuentres con que ese niño lanza violentamente contra el suelo el objeto con el que supuestamente estaba haciendo ruido. Por supuesto, te quedas con la boca abierta ante esta reacción que parece exagerada y fuera de lugar. ¿Qué ha pasado?
Tras ver el gesto de desprecio, el niño se siente humillado y avergonzado. Ese gesto implica una retirada del afecto, un "no me gustas porque no eres lo bastante bueno". Eso genera un sentimiento de vergüenza. Pero la vergüenza es la emoción más desagradable e insoportable de todas las que existen. De hecho, no somos capaces de sentirla de manera sostenida. Enseguida hacemos algo para eliminarla, como olvidar lo sucedido, o bien da lugar a otra emoción. Y las dos emociones más habituales a las que da lugar la vergüenza son la tristeza (o depresión, en su polo más extremo) y la ira (o rabia). Y es precisamente esa ira la que lleva al niño del ejemplo a reaccionar de esa manera.
Pero eso no solo sucede en las relaciones entre padres e hijos, sino también en las relaciones de pareja o en cualquier otro tipo de relación. Cuando te encuentras con reacciones que parecen ser exageradas, es probable que debajo de ellas se encuentre una persona que se ha sentido humillada y avergonzada. Si te das cuenta de que tu forma de hablar o tus expresiones faciales están transmitiendo desprecio hacia la otra persona (incluso aunque no lo hagas a propósito) serás mucho más capaz de empezar a cambiarlas y a relacionarte con los demás de un modo más sano.
Y si tú estás teniendo estas reacciones, el caso puede ser exactamente el mismo. Tal vez necesites decirle a esa persona lo que sientes, puesto que puede que no sea consciente de que te está tratando con desprecio. Y si lo hace a propósito tal vez debas platearte la posibilidad de dejar una relación que puede ser muy destructiva.

CULPA:
 A esta teoría se le han formulado diversas críticas, lo que no implica que no se reconozca que el concepto de previsibilidad desempeña un papel de importancia en la culpa, sino tan solo que ese elemento no puede considerarse como suficiente para servirle de fundamento, dado que en otras razones, aun siendo previsible el resultado, puede no darse la culpa, si el sujeto ha actuado con la debida diligencia y prudencia.


MOTIVOS,INTENCCIONES,ACCIONES,CONSECUENSIAS,ETC...

Desde hace ya algunas décadas se han multiplicado las voces, sobre todo entre filósofos y teóricos de la literatura, que consideran estéril y absurdo seguir planteándose las tradicionales cuestiones hermenéuticas relacionadas con la autoría o el sentido válido de los textos. Cabe preguntarse, no obstante, hasta qué punto el desprestigio de la intencionalidad del autor o del sentido primario del texto no tendrá que ver con una cierta confusión en el uso de nociones claves, tales como significado, motivos o intenciones. Sólo partiendo de la clarificación de estos conceptos puede acaso plantearse si merece la pena y sigue existiendo la posibilidad de distinguir entre interpretaciones más o menos aceptables o descabelladas de los textos literarios y filosóficos.

EL MAL & EL-- DOLOR-- :´(

 EL MAL

 es complemento del bien y a la vez su contrario...
Es el resultado del cero dando origen al uno...
Cero multiplicado por infinito, es igual a uno...
Cero es el mal, uno es el bien...
Cuando el uno era átomo y encendió su primer fotón, se hizo la luz...
En el universo primigenio se produjeron cambios transformadores a nuevos estados de la materia...
El dolor es producto de cambios en un estado de consciencia con conocimiento del bien, pero atraída por el mal...






 EL DOLOR

 es relativo pues se circunscribe a la interpretación que se le da al mal y al bien...
Si hacemos el bien, sufrimos..
Si hacemos el mal, también sufrimos..
Todo ello como una ley que toda evolución o transformación, produce dolor...

EL BIEN Y LA ALEGRIA

LA ALEGRIA
La alegría es algo simple, pero no sencillo. Es simple apreciar si una persona es alegre o no, y la forma en la que ilumina a los demás, sin embargo tratar de ser una persona así no es sencillo. La alegría es un gozo del espíritu. Los seres humanos conocemos muy bien el sufrimiento y el dolor, y quienes han perdido a un ser querido lo han experimentado en toda su profundidad. Bien, pues así como el ser humano conoce el dolor y el sufrimiento, es capaz de tener las sensaciones opuestas: bienestar y... ¿Felicidad? Sí, felicidad.

Sin embargo la alegría es distinta del dolor, pues el dolor generalmente tiene causas externas: un golpe, un acontecimiento trágico, una situación difícil. Y la alegría es exactamente al revés, proviene del interior. Desde el centro de nuestra mente, de nuestra alma, hay un bienestar, una paz que se reflejan en todo nuestro cuerpo: sonreímos, andamos por ahí tarareando o silbando una tonadita, nos volvemos solícitos... El cambio es realmente espectacular, tanto que suele contagiar a quienes están al rededor de una persona así.

La alegría surge, en primer lugar, de una actitud, la de decidir cómo afronta nuestro espíritu las cosas que nos rodean. Quien se deja afectar por las cosas malas, elige sufrir. Quien decide que su paz es mayor que las cosas externas, entonces se acerca más a una alegría. Una alegría que viene desde de adentro.

La fuente más común, más profunda y más grande de la alegría es el amor, particularmente el amor en pareja. ¿Quién no se siente alegre cuando recién conoció a una persona que le gusta? Aún más ¿Quién no ve el mundo diferente cuando se da cuenta de que esa persona, además, está interesada en nosotros? El amor rejuvenece y es una fuente espontánea y profunda de alegría. Ese amor es, efectivamente, el principal combustible para estar alegres. Quien no ama, no ríe. Y es por eso que el egoísta sufre, y nunca está alegre.

Si nos hiciéramos el propósito de enumerar una serie de motivos para no estar alegres, encontraríamos: levantarse todos los día a la misma hora para acudir al trabajo, a la escuela o para reiniciar las labores domésticas; convivir con las personas que no son de nuestro agrado; enfrentarse al tráfico; preocuparnos por ajustar nuestro presupuesto para solventar las necesidades primordiales y además pagar las deudas; estar pendientes de la seguridad y bienestar de la familia; trabajar exactamente en lo mismo que hicimos ayer, y todo aquello que de alguna manera se parece a la vida rutinaria. Esto sería lo mismo que llevar una vida fría y con un gran toque de amargura.

Pocas veces pensamos en el hecho de estar alegres, pues en algunos momentos la alegría surge de manera espontánea por diversos motivos: una mejor oportunidad de trabajo, la propuesta para emprender un negocio, el ascenso que no esperábamos, un resultado por encima de lo previsto en los estudios... y dejamos que la vida siga su curso, sin ser conscientes que a la alegría no siempre se le encuentra, también se le construye.

Tampoco es válido pensar que la solución consiste en tomar con poca seriedad nuestras obligaciones y compromisos para vivir tranquilamente y de esta manera estar alegres. La persona que busca evadir la realidad tiene una alegría ficticia, mejor dicho, vive inmerso en la comodidad y en la búsqueda del placer, lo cual dura muy poco.

¿Qué se debe hacer para vivir el valor de la alegría? Para concretar una respuesta, primero debemos ver lo bueno que hacemos con esfuerzo y cariño:

- El trabajo que todos los días haces en la oficina o en el negocio. Aunque siempre sea el mismo, beneficias a otras personas y por consiguiente a tu familia y ti mismo. El hacerlo bien te da la seguridad de mantenerlo y de tener una fuente de ingresos.

- El cuidado que tienes para tu familia. Si eres padre o madre de familia, tienes la satisfacción de proporcionarles educación, alimentos y cuidados a tus hijos. Te da gusto verlos aseados y contentos. Haz tenido la capacidad de no adquirir algo para tu uso personal con tal de comprarles ropa, libros, zapatos o algún juguete. Como hijo, haces que tus padres se sientan orgullosos al ver tus éxitos en los estudios, el deporte o cualquier sana afición, de estar pendiente de no provocarles un disgusto o una pena como consecuencia de malas amistades, el alcohol o la droga.

- El tener amigos. Cada vez que los visitas por enfermedad, les ayudas en una mudanza, te das tiempo para platicar de sus problemas y darles consejo, o si sabes de mecánica te ofreces para hacer una pequeña reparación, salir a comer o convivir mediante algún deporte.

- El vivir en armonía con la sociedad. Mantener buenas relaciones con tus vecinos, ser aceptado por mostrar educación y respeto, el cuidar la limpieza fuera de tu casa, procurar que existan centros de sana diversión cerca del lugar en el que vives, o si participas en alguna iniciativa de ayuda a los más necesitados.

¿No es todo lo anterior motivo de gozo y de satisfacción interior?



El valor de la alegría está alejado del egoísmo porque todas las personas están primero que la propia, es saber darse sin medida, sin interés, por el simple hecho de querer ayudar con los medios a nuestro alcance.

Cada vez que realizamos algo bueno, con sacrificio o sin él, con desprendimiento de nuestra persona y de nuestras cosas, nos inunda la paz interior porque es la alegría del deber cumplido.

Lo que más apreciamos en la vida se debe al esfuerzo que pusimos para alcanzarlo, estudiando con intensidad, preparándonos para trabajar más y mejor, y los beneficios a obtener serán consecuencia de ese empeño.

El tener vida ya es motivo suficiente de alegría, aún el las circunstancias más adversas, estamos en condiciones de hacer algo positivo y de provecho para los demás, "es hacer el bien, sin mirar a quien". Disfrutar de lo poco o de lo mucho que tenemos sin renunciar a mejorar, mientras tengamos vida, tenemos posibilidades. Toda persona es capaz de irradiar desde su interior la alegría, manifestándola exteriormente con una simple sonrisa o con la actitud serena de su persona, propia de quien sabe apreciar y valorar todo lo que existe a su alrededor




EL BIEM 
 
El bien es el valor otorgado a una acción de un individuo, es una inclinación natural a fomentar lo deseable, motivado por una comprensión del entorno, de las personas (por ejemplo a través de un profundo ejercicio de la empatía) y/o de uno mismo. Un conjunto de buenas acciones (acciones bien ejecutadas) que propugnan lo bueno para el propio individuo.

Algunas religiones, como la judía y la cristiana, contemplan la historia del mundo como una lucha histórica entre el Bien y el Mal ( como una lucha entre Dios y Satanás). De ahí que se promueve la virtud, como camino del Bien, y se combate al pecado, como camino del Mal. Incluso las profecías bíblicas predicen, para el futuro, el triunfo definitivo del Bien sobre el Mal.

LA RELACIÓN DE LA LIBBERTAD Y RESPONSABILIDAD

¿Qué es ser libre?

No es fácil definir qué es ser libre, pero sí es fácil saber cuando no se es libre:
  1. No somos libres cuando actuamos por reflejo o siguiendo instintos. La mayor parte de las especies animales no son libres pues actúan siguiendo reflejos o instintos. Mediante la inteligencia podemos aprender, cambiar nuestra conducta según la situación.
  2. No somos libres cuando actuamos movidos por intensas emociones. La mayor parte de animales con alguna inteligencia actúan movidos por emociones básicas (miedo, enfado, disgusto, etc.). Mediante la inteligencia, la memoria y la voluntad podemos dominar o al menos prevenir que las emociones nos dominen.
Podemos decir que somos libres cuando:
  1. Usamos nuestra inteligencia en lugar de nuestros instintos: gracias a que somos inteligentes podemos actuar de distintas maneras según cada situación.
  2. Usamos nuestra inteligencia en lugar de estar dominados por nuestras emociones: gracias a que somos inteligentes podemos actuar movidos por sentimientos, deseos y planes que hemos creado nosotros mismos.

En definitiva: somos libres gracias a que somos inteligentes y podemos dirigir nuestros actos según nuestros pensamientos.