HUMILLACIÓN
Muchas personas recurren al uso de la humillación o el desprecio en
sus relaciones, ya sea con sus parejas, hijos u otros miembros de la familia.
Lo peor de todo es que no siempre son conscientes de que lo están haciendo
y el uso de estos gestos de desprecio parece que va en aumento en nuestra sociedad
en la educación
de los hijos.
Hay muchas formas de hacer que una persona se sienta despreciada, humillada
y avergonzada. Algunas son muy claras, como insultar a alguien, decirle que
no vale para nada, que no sabe hacer nada bien o que es un fracasado. Otras,
en cambio, son mucho más sutiles. Si le dices a un niño una frase
aparentemente tan inocente como "deja de hacer ruido", no parece haber
problema alguno, pero si esa frase va acompañada de un gesto de asco
y desprecio, que el niño o niña percibe perfectamente, entonces
tal vez te encuentres con que ese niño lanza violentamente contra el
suelo el objeto con el que supuestamente estaba haciendo ruido. Por supuesto,
te quedas con la boca abierta ante esta reacción que parece exagerada
y fuera de lugar. ¿Qué ha pasado?
Tras ver el gesto de desprecio, el niño se siente humillado y avergonzado.
Ese gesto implica una retirada del afecto, un "no me gustas porque no eres
lo bastante bueno". Eso genera un sentimiento de vergüenza. Pero la
vergüenza es la emoción
más desagradable e insoportable de todas las que existen. De hecho, no
somos capaces de sentirla de manera sostenida. Enseguida hacemos algo para eliminarla,
como olvidar lo sucedido, o bien da lugar a otra emoción. Y las dos emociones
más habituales a las que da lugar la vergüenza son la tristeza (o
depresión,
en su polo más extremo) y la ira (o rabia). Y es precisamente esa ira
la que lleva al niño del ejemplo a reaccionar de esa manera.
Pero eso no solo sucede en las relaciones entre padres e hijos, sino también
en las relaciones
de pareja o en cualquier otro tipo de relación. Cuando te encuentras
con reacciones que parecen ser exageradas, es probable que debajo de ellas se
encuentre una persona que se ha sentido humillada y avergonzada. Si te das cuenta
de que tu forma de hablar o tus expresiones faciales están transmitiendo
desprecio hacia la otra persona (incluso aunque no lo hagas a propósito)
serás mucho más capaz de empezar a cambiarlas y a relacionarte
con los demás de un modo más sano.
Y si tú estás teniendo estas reacciones, el caso puede ser exactamente
el mismo. Tal vez necesites decirle a esa persona lo que sientes, puesto que
puede que no sea consciente de que te está tratando con desprecio. Y
si lo hace a propósito tal vez debas platearte la posibilidad de dejar
una relación que puede ser muy destructiva.
CULPA:
A esta teoría se le han formulado diversas críticas, lo que no implica
que no se reconozca que el concepto de previsibilidad desempeña un papel
de importancia en la culpa, sino tan solo que ese elemento no puede
considerarse como suficiente para servirle de fundamento, dado que en
otras razones, aun siendo previsible el resultado, puede no darse la
culpa, si el sujeto ha actuado con la debida diligencia y prudencia.
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