El
egoísmo moral, o
egoísmo ético, es una
doctrina ético filosófica que afirma que las
personas deben tener la
normativa ética de obrar para su propio
interés, y que tal es la única forma
moral
de obrar, sin embargo permite realizar acciones que ayuden a otros,
pero con la finalidad que el ayudar nos dé un beneficio propio tomándolo
como un medio para lograr algo provechoso. Afirma que la validez de una
teoría o
praxis se encuentra en su aportación directa a la edificación positiva y responsable del
yo o
desarrollo personal.
El egoísta moral se basa en la afirmación de sí mismo; que lo convierte en su propio soberano al volverlo consciente de su
realidad moral y personal. La realidad es la de su propia
existencia y su vivir en una realidad determinada. Está vinculado a la dimensión moral de formas de
subjetivismo o
solipsismo radical.
Tres diferentes formulaciones del egoísmo ético o moral se han identificado:
- Individuales. Un egoísta ético individual celebraría que todas las personas deben hacer lo que les beneficia.
- Personales. Un egoísta ético personal afirma que él debe actuar
según su propio interés, pero no hace aseveraciones acerca de lo que los
demás deberían hacer.
- Universales. Un egoísta ético universal argumenta que todo el mundo debe actuar de una manera que sea en su propio interés.
Una filosofía que sostenga que se debe ser honesto, justo y benévolo, porque esas virtudes le sirven al beneficio propio
es filosofía egoísta; sostener que esas virtudes deberían practicarse por razones que no sean de interés propio
no es filosofía egoísta.
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