La génesis del valor humano se desprende del vocablo latín aestimable que le da significación etimológica al término primeramente sin significación filosófica. Pero con el proceso de generalización del pensamiento humano, que tiene lugar en los principales países de Europa, adquiere su interpretación filosófica. Aunque es solo en el siglo XX cuando comienza a utilizarse el término axiología (del griego axia, valor y logos, estudio).
En los tiempos antiguos los problemas axiológicos interesaron a los filósofos, por ejemplo: desde Sócrates eran objetos de análisis conceptos tales como "la belleza", "el bien", "el mal".
Los estoicos se preocuparon por explicarse la existencia y contenido de los valores, a partir de las preferencias en la esfera ética y en estrecha relación, por tanto, con las selecciones morales, hablaban de valores como dignidad, virtud..
Los valores fueron del interés además de representantes de la filosofía como Platón para el cual valor "es lo que da la verdad a los objetos cognoscibles, la luz y belleza a las cosas, etc., en una palabra es la fuente de todo ser en el hombre y fuera de él" (2)
A su vez Aristóteles abordó en su obra el tema de la moral y las concepciones del valor que tienen los bienes.
En el Modernismo resurge la concepción subjetiva de los valores, retomando algunas tesis aristotélicas. Hobbes en esta etapa expresó: "lo que de algún modo es objeto de apetito o deseo humano es lo que se llama bueno. Y el objeto de su odio y aversión, malo; y de su desprecio, lo vil y lo indigno. Pero estas palabras de bueno, malo y despreciable siempre se usan en relación con la persona que los utiliza. No son siempre una regla de bien, si no tomada de la naturaleza de los objetos mismos" (3)
Hasta este momento de la historia de los valores y luego en la axiología burguesa, que se analizará seguidamente, se expresa el significado externo de los objetos para el hombre, se hace un análisis idealista subjetivo, y desde este punto de vista los valores se fetichizan o se reducen a propiedades naturales.
En la segunda mitad del siglo XIX, con la agudización de las contradicciones propias de la sociedad capitalista, es cuando el estudio de los valores ocupó un lugar propio e independiente en la filosofía burguesa convirtiéndose en una de sus partes integrantes.
Los filósofos burgueses aumentaron su interés por los problemas axiológicos. Lo cual estuvo dado por las condiciones concretas de esa nueva sociedad, que conducían a sus ideólogos a justificar el ficticio sistema de valores de la burguesía. Así se aprecia que la necesidad del estudio de los valores ha existido siempre a través de las diferentes etapas históricas, aunque respondiendo a los intereses de clases y a las condiciones concretas existentes.
Max Scheler fue el filósofo burgués que más abordó el tema en esta etapa. Para él los valores son cualidades de orden especial que descansan en sí mismos y se justifican por su contenido. El sentimiento de valor es una capacidad que tiene el hombre para captar los valores. Para Scheler: "el hombre es hombre porque tiene sentimiento de valor".
En igual marco histórico se desarrollaron los clásicos del marxismo, pero no se detuvieron en el análisis de los valores, no los analizaron de forma independiente, aunque sí crearon las bases para una solución científica de este problema. Entre algunas de ellas se encuentran: un profundo análisis crítico de todo el sistema de valores de la sociedad capitalista, que sirve de fundamento para el reconocimiento de los verdaderos valores de la humanidad. El estudio del papel del factor subjetivo para el desarrollo social, esta es la base para comprender el significado de la valoración. En la teoría marxista del capital se analizan los valores económicos. La doctrina leninista acerca de la coincidencia de los valores subjetivos de clase del proletariado con las necesidades objetivas del desarrollo social. También los postulados acerca de la posibilidad de diferentes valoraciones de determinados fenómenos en dependencia de la pertenencia de clase del sujeto valorante. Estos señalamientos y postulados constituyen una guía o fundamento metodológico para la teoría marxista general de los valores.
A fines del siglo XIX y principios del XX con estos aportes del marxismo se comienza a abordar el concepto de valor sobre la base de la relación sujeto-objeto, de la correlación entre lo material y lo ideal. De ahí que la filosofía marxista leninista establezca el análisis objetivo de los valores, a partir del principio del "determinismo aplicado a la vida social, donde se gesta el valor y las dimensiones valorativas de la realidad", es decir, esa capacidad que poseen los objetos y fenómenos de la realidad objetiva de satisfacer alguna necesidad humana.
Precisamente de estas tesis parten todos los filósofos marxistas de la contemporaneidad. En especial los filósofos cubanos que según la literatura consultada, a partir de los últimos años de la década del ochenta, tienen un pensamiento axiológico de corte marxista.
Los valores surgen en la relación práctico - objetal y no en el simple conocimiento de las cosas por el hombre. Son el resultado de la actividad práctico del hombre.
Aunque las necesidades del hombre desempeñan un papel importante en el surgimiento de los valores, no implica que la actividad subjetiva haga que los valores sean también subjetivos pues están determinados por la sociedad y no por un individuo aislado.
En valor también pueden convertirse determinadas formaciones espirituales las ideas, las teorías. Pero aún estos fenómenos espirituales siendo subjetivos por su existencia, sólo se convierten en valor en la medida en que se correspondan con las tendencias del desarrollo social.
De tal forma los valores no existen fuera de las relaciones sociales, de la sociedad y el hombre. El valor es un concepto que por un lado expresa las necesidades cambiantes del hombre y por otro fija la significación positiva de los fenómenos naturales y sociales para la existencia y desarrollo de la sociedad.
De acuerdo con este análisis que hiciera el filósofo cubano José Ramón Fabelo en su tesis de doctorado, se considera que los valores son objetivos, pues expresan las necesidades objetivas de la sociedad, expresión de las tendencias reales del desarrollo social, un resultado de la necesidad histórica.
A fines de los ochenta igualmente otra autora Zaira Rodríguez aborda los valores con una diferenciación entre los valores de las cosas (valores objetivos) y valores de la conciencia (valores subjetivos).
Primeramente esta concepción se refiere a bienes y materiales naturales, valores de uso, al carácter progresivo o reaccionario de los acontecimientos históricos, a la herencia cultural y a las características estéticas de los objetos.
En el segundo caso se trata de valoraciones, situaciones y actitudes, representaciones normativas, así como del sentido de la historia de los ideales y principios.
De esta forma para Zaira "los valores como objetos o determinaciones espirituales no son otra cosa que la expresión concentrada de las relaciones sociales."(4) Por lo que finalmente los valores para Zaira tienen un carácter objetivo.
En la actualidad, a través de la década del noventa, las condiciones se han trasformado, han cambiado. De ahí que el pensamiento filosófico capte las actuales condiciones, confirme así el carácter histórico concreto del valor, y ofrezca nuevas tesis.
Exactamente el 8 de octubre de 1995 fue convocada una audiencia pública, por la asamblea nacional, en la ciudad de Santa Clara. Donde Fabelo expone un concepto de valor más diferenciado, más amplio, aunque mantiene su esencia objetiva.
Establece ahora tres planos de análisis: el primero son los valores objetivos, como las partes que constituyen la realidad social tales como: los objetos, fenómenos, tendencias, ideas, concepciones, conductas. Estos pueden desempeñar la función de favorecer u obstaculizar la función social, respectivamente será un valor o un antivalor. Este es un sistema de valores objetivos.
El segundo plano es un sistema subjetivo de valores y se refiere a la forma en que se refleja en la conciencia la significación social ya sea individual o colectiva. Estos valores cumplen una función como reguladores internos de la actividad humana. Pueden coincidir en mayor o menor medida con el sistema objetivo de valores.
El tercer plano es un sistema de valores institucionalizados, que son los que la sociedad debe organizar y hacer funcionar. De este sistema emana la ideología oficial, la política interna y externa, las normas jurídicas, el derecho y la educación formal. Estos valores pueden coincidir o no con el sistema de valores objetivos.
Aunque el proceso subjetivo, de concientización de un determinado sujeto, es importante, no es ajeno a los otros dos momentos. Pues los valores que se forman son el resultado de los valores objetivos y los socialmente institucionalizados.
En la audiencia pública otros estudiosos del tema, la formación de valores, expusieron sus criterios desde diferentes ópticas, además de Fabelo desde el punto de vista filosófico, estuvo Cintio Vitier desde el histórico, María Isabel Domínguez desde el sociológico, Fernando González Rey desde el psicológico y Gilberto García desde el pedagógico. Este hecho fue precisamente para analizar las causas y consecuencias de las transformaciones que ocurren hoy en nuestra sociedad. Es un llamado a resolver las dificultades de nuestro bastión mas fuerte, la moral revolucionaria.
Un análisis de las causas de dichas condiciones implica recurrir al análisis de los factores externos: La caída del campo socialista y en especial la URSS es una de ellas. Este fenómeno histórico provocó una desestabilización económica en el país. Se perdieron mercados y precios seguros por los productos, financiamiento externo, y relaciones de integración por más de treinta años. Esto ha traído consigo internamente carencias materiales y el bajo nivel de satisfacción de las necesidades materiales. Lo que provoca la disminución del valor a los fenómenos espirituales, sociales y se le conceda mucho más valor a los que se asocien a la satisfacción de necesidades materiales.
En el aspecto político-social estos países representaban un paradigma social por lo que este fenómeno hizo que se destruyeran patrones valorativos, de comparación, es decir, desaparecieron las virtudes de aquello a lo que se aspiraba, se derrumbaron las aspiraciones, las ilusiones y ese ejemplo quedó desacreditado.
Al derrumbe del socialismo le sucedió la unipolaridad política, que engendró manifestaciones ideológicas negativas, y esto influye sobre la juventud cubana que no está ajena a la crisis universal de valores que impera hoy en el planeta.
A esto se une la agresión ideológica del imperialismo, que desde los inicios de la Revolución ha estado dirigida a subvertir los valores de la conciencia de nuestro pueblo y en especial de la juventud. En esta se ha dado una transformación en el deterioro de valores, no sólo de los que se identifican con una ética de la Revolución, como el colectivismo, sino incluso valores morales universales como la honestidad, a los que se superponen la doble moral, y el utilitarismo.
Luego de la audiencia pública tuvo lugar un debate público donde Armando Hart dijo: "hablar de valores en Cuba es pensar en el siglo XXI"
De manera que serán los jóvenes de hoy los que decidirán el futuro de la Revolución, de nosotros depende en gran medida el triunfo o no de esa verdad que llevamos adelante.
En nuestro país de manera general existe una juventud que es heredera de valores como la independencia, la solidaridad, y la justicia social. Sin embargo, en una parte de esa juventud pueden observarse síntomas evidentes de crisis de valores. Entre los síntomas están los siguientes: inseguridad acerca de cual es el verdadero sistema de valores, que considerar valioso y que antivalioso, sentimiento de pérdida de validez de lo que hasta ahora era valioso y por tanto atribución de valor a lo que hasta entonces era antivalioso, cambios en el sistema jerárquico, otorgándole mayor prioridad a valores que eran más bajos.
Pero se considera que no se ha producido una crisis total del sistema de valores; si no que estos síntomas indican un debilitamiento de determinados valores, en determinados grupos sociales dado un proceso de reordenamiento, o reacomodo económico.
Este hecho no había ocurrido nunca antes desde el triunfo de la Revolución, por lo que la situación actual se hace preocupante a pesar de que responde a las condiciones concretas, y más aún si se prevee que la tendencia pudiera continuar en aumento.
Esto hace que el reto fundamental de estos momentos sea lograr que el reajuste económico, que implica la actual situación de crisis económica, que es el factor que en última instancia determina los demás, debe ir acompañada de una transformación ética. En la que se preserve lo más valioso de la moral revolucionaria y se abandonen dogmas y estilos caducos.
Esta solución ética es extraño que se tome en algún lugar del mundo, pero no porque no sea necesaria, sino por el contrario dado lo imprescindible que resulta este tema ante la realidad que vive hoy este mundo globalizado. No obstante en nuestro país reafirmamos "que la solidaridad es más rentable que el egoísmo, que el costo de la codicia es superior al de la generosidad, que la eficiencia basada en la administración democrática es superior a la genialidad de cualquier burócrata y que el economismo no puede ser la supraideología de una nación que aspira a seguir siéndolo con todos y para el bien de todos". (5)
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